Charla de Carles Capevila: Educar con humor
Ayer asistí a una charla de Carles Capdevila en el colegio de mis hijos, sobre EDUCAR A NUESTROS HIJOS … CON HUMOR.
El poder de convocatoria que tuvo fue brutal. Entre risas y carcajadas, escuché atentamente, sintiendo vergüenza ajena y propia, al reconocer y sentirme muy identificada con algunos de los ejemplos prácticos y «plásticos» que nos puso.
Entendí que muchas veces desde la sátira y la exageración comprendemos mucho mejor los conceptos más elementales. Dijo cosas muy lógicas y que todos sabemos y hemos oído antes, pero, que desde el humor y la ironía entran y se entienden más fácilmente. Me hizo pensar y reflexionar, que no es poco, un martes a las 20h de la noche.
Nos explicó, que, para educar a nuestros hijos desde la alegría y la tranquilidad, no hay que perder de vista 5 sentidos básicos, el sentido común, el sentido del ridículo, el sentido del deber, el sentido moral y el sentido del humor.
Sin ánimo de arruinar las expectativas de los que quieran asistir a las próximas charlas de Carles Capdevila, totalmente recomendables, quiero compartir con vosotros 10 titulares irónicos y 5 verdades como templos que dijo y me hicieron reír, reflexionar y recapacitar.
10 titulares irónicos enumerados por orden de carcajada:
- La idea de que algún día tu hijo de 7 años se irá de casa te parece INSOPORTABLE, pero cuando tiene 18, te parece … interesante, incluso, URGENTE!
- La celulosa nos está arruinando. El mensaje al pañal es, vamos a echarte, te odiamos. El mensaje a la compresa es, ven puntualmente cada mes, con alas o sin alas, pero ven.
- Según ellos, los adolescentes, son seres que hacen «nada«, en «ninguna parte» con «nadie«, entonces ¿por qué preocuparnos? NO hay riesgo de que les pase nada.
- En la guardería y el parvulario se protege el secreto de confesión mejor que en la iglesia, nunca te enteras de quien es el niño mordedor, lo que es una bendición cuando es el tuyo!
- No hay que contar cada noche un cuento haciendo «vocecitas». Si no nos sentimos con ánimo o estamos cansados, hay que explicarles a nuestros hijos con naturalidad que estamos cansados o no hemos tenido un buen día en el trabajo.
- El Dalsy: algo tan bueno no puede ser legal.
- En P3 enseñan los colores para que los niños puedan coger el metro y hacer trasbordo de línea a los 12 años.
- Lo mejor de tener 4 hijos es descubrir la teoría de la relatividad. A su primera hija, si se le caía el chupete, lo esterilizaban siempre, tenían 2 ollas con agua hirviendo en la cocina todo el día. A su cuarto hijo, nunca se le cayó el chupete.
- La ONG «Ningún niño sin cubo ni pala» presidida por un grupo de madres de los parques, ya está constituida formalmente.
- Las maestras de las guarderías, se merecen la Cruz de Sant Jordi cada día, son unas santas.
5 verdades como templos:
- Los padres perfectos no existen, son de mentira.
- La educación empieza cuando ocurre algo – el ejemplo de la bicicleta. Cuando enseñamos a nuestros hijos a andar en bici, les empujamos, les quitamos los ruedines sin decírselo, se caen y les decimos que no pasa nada y que lo intenten una y otra vez … porque sabemos que tarde o temprano todos los niños aprenden a ir en bici, pero hasta que no se han caído varias veces no entienden lo que es el equilibrio. Pues eso exactamente tenemos que aplicarlo a todos los aprendizajes de nuestros hijos. Hay que caerse para aprender y educar, y no pasa nada.
- Hace 20 años, decidí cómo educaría a mis hijos antes de que nacieran, sin conocerlos. Luego, me di cuenta que, para educar a nuestros hijos, es imprescindible conocerlos, y conocerlos bien, y adaptarnos a cómo son. Puede ser que a uno no tengas que ayudarle a hacer los deberes nunca, mientras que con otro, tengas que estar siempre encima de él.
- Tenemos que espabilar a nuestros hijos cuando son pequeños e intentar controlarlos cuando son adolescentes, recalcando mucho el auxiliar de humildad, «intentar». Si confías en tus hijos, te responden con responsabilidad.
- Educar es obligatorio y es una misión de los padres. Si no quieres educar, no tengas hijos. Los valores no se inculcan ni se inyectan, sólo se contagian. No se transmiten con sermones, sólo con verlos repetidamente en tu entorno.
Como madre «híper motivada», como nos llamó cariñosamente, me quedo con la premisa de que hay que asumir que no somos padres perfectos y que nos vamos a equivocar muchas veces, pero que, precisamente, debemos dejar que nuestros hijos se caigan para que ocurran cosas y empiece la aventura de la educación, que tiene que ser tranquila, sosegada y divertida, regada con mucho amor incondicional, valores, normas y criterio.
De nuevo, moltes gràcies Carles Capdevila!